“Construir unidad en la diversidad, superar brechas estructurales y generar condiciones sostenibles para la inversión y el desarrollo”
Luis Pablo es parte de la cuarta generación de la familia Granier Ortiz, dedicada a la vitivinicultura y destilación en Bolivia. Actualmente lidera junto a sus hermanos el nuevo ciclo de trabajo familiar, enfocado en la calidad, diversificación e internacionalización de su portafolio. “Hemos consolidado marcas como Don Lucho, Casa Real y Campos de Solana, y explorado nuevas categorías como el Gin Flamboyant y el Ron 37 Lenguas”, nos cuenta para comenzar y agrega: “Uno de los mayores desafíos ha sido honrar el legado centenario de nuestras generaciones anteriores, mientras impulsamos una visión moderna, orientada a mercados globales exigentes.
Y ahora, como parte de la celebración del Centenario de la familia Granier en la destilación, se realizó en Tarija el lanzamiento oficial de “Don Lucho XO Siglo Primero”, un singani premium Single Barrel, de edición limitada, que ha reposado por más de una década y representa el legado, la innovación y la excelencia de una tradición familiar que ha perdurado por más de un siglo”.
“Entre los logros más importantes de nuestra empresa, está el fortalecimiento de marcas tradicionales y la expansión hacia nuevos mercados internacionales, especialmente con Singani 63 en Estados Unidos, en alianza con el cineasta Steven Soderbergh. Hemos innovado en procesos y productos, como lo demuestra el lanzamiento de Don Lucho de Oro, Gran Reserva Esther Ortiz y más recientemente, Principia, nuestra primera etiqueta internacional. El mayor desafío ha sido mantener los valores fundacionales —trabajo, integridad, respeto por la tierra y compromiso familiar— mientras nos adaptamos a un entorno cambiante, tanto a nivel económico como climático y social”.
En cuanto a Bolivia, Luis Pablo nos dice: “Nuestro país ha avanzado en el fortalecimiento de su identidad cultural y productiva, dando valor a industrias como la agroindustria, la vitivinicultura y el turismo. Se ha comenzado a proyectar al país con mayor fuerza hacia el exterior, con productos con sello de origen y calidad. Sin embargo, los desafíos persisten: construir unidad en la diversidad, superar brechas estructurales y generar condiciones sostenibles para la inversión y el desarrollo. El Bicentenario representa una oportunidad para reflexionar, construir consensos y apostar por un modelo de desarrollo más inclusivo y resiliente”.
Respecto al rubro en el que viene trabajando, el empresario afirma: “La vitivinicultura es una expresión viva de nuestras raíces y de nuestro vínculo con la tierra. Forma parte de celebraciones, tradiciones y momentos clave en la historia boliviana. En los últimos 100 años, especialmente desde la labor de pioneros como Julio Ortiz Linares y Luis Granier Ballivián, esta industria ha demostrado que en Bolivia se puede producir con excelencia, identidad y visión de futuro. Hoy, el vino y el singani bolivianos no sólo nos representan a nivel nacional, sino que también comienzan a ocupar un lugar en el mundo, representando una poderosa alquimia de tradición, innovación e identidad”.
Finalmente envía un mensaje esperanzador: “Al conmemorar 200 años de la independencia de Bolivia, es bueno recordar que las grandes transformaciones comienzan con decisiones valientes y trabajo constante. Como familia, celebramos esta fecha honrando un legado que se ha construido con esfuerzo y una profunda conexión con nuestra tierra. Hoy más que nunca, creemos que Bolivia tiene todo lo necesario para proyectarse con fuerza y autenticidad al mundo. Que el Bicentenario sea un punto de partida para soñar en grande, actuar con integridad y construir un futuro basado en lo mejor de lo que somos”.