Reconocida por su trabajo previo en Gustu, a sus 35 años, Andrea es cofundadora y head sommelier de Arami. “Mi camino empezó estudiando Sociología y Gastronomía al mismo tiempo, porque amaba las dos cosas y no quería dejar de lado ninguna. Durante mucho tiempo sentí que vivía entre dos mundos que no lograban encontrarse, hasta que en la pandemia apareció la oportunidad de crear un espacio que los uniera: De Raíz fue una plataforma que conectaba a productores locales con consumidores en línea. Ahí pude compartir la importancia de la trazabilidad, de las historias detrás de cada productor y de lo que hace único a cada producto. En 2021 me vine a La Paz a hacer una pasantía en Gustu y ahí se me abrió un mundo: investigación, viajes, cultura… y también el vino. Empecé en cocina, pero después de unos meses me empecé a enamorar de otras áreas de la gastronomía. Decidí hacer una maestría en Gestión, Desarrollo e Innovación Culinaria en la Universidad de Cataluña, eso me llevó a otros espacios académicos, de investigación, y en paralelo se me dio la oportunidad de liderar el servicio y el programa de bebidas de Gustu. Fue ahí cuando me enamoré de la sommelería, de entender procesos, técnicas, maridajes, pero sobre todo de las historias de los productores y cómo su trabajo se traduce en vinos únicos”, nos cuenta emocionada y agrega: “Como en Bolivia no hay una carrera formal de sommelería, me formé con una escuela de afuera, Napa Valley Wine Academy en Estados Unidos, donde obtuve el WSET Level 3 in Wines. En 2024 me fui a hacer un stage de sommelier a El Celler de Can Roca, en España, que fue una experiencia increíble. Cuando volví, sentí que era el momento de empezar algo propio y la oportunidad se presentó junto con Marsia Taha, y así nació Arami, que abrimos en diciembre de 2024”.
Andrea considera que Cochabamba tiene un enorme potencial gastronómico: “Contamos con productores maravillosos, de los más importantes del país, que trabajan con alimentos únicos y de altísima calidad. Nuestra comida criolla es sin duda de las mejores de Bolivia, y debo confesar que la extraño constantemente. Esa cocina nos ha enseñado a ser comensales muy exigentes: no importa el nivel de elaboración, el ambiente o la inversión, la comida tiene que ser, ante todo, sabrosa. Hace unos quince años Cochabamba vivió un boom gastronómico. Se empezó a apostar por propuestas que combinaban sabores locales con espacios modernos y de diseño, pero siempre con el norte puesto en el sabor. Creo que esa es nuestra ventaja y, al mismo tiempo, nuestro reto: mantener la exigencia en la propuesta y la consistencia de la comida, pero dándole el mismo valor al diseño, experiencia para el comensal y, algo fundamental, al buen servicio. Cocha produce cosas maravillosas: hortalizas, hongos, quesos, jamones, cervezas y vinos fantásticos. Como industria, debemos darles su lugar, comprometernos a que nuestro personal los conozca, los pruebe y los presente como merecen. Para seguir creciendo necesitamos crear espacios para nuestros cocineros y para el personal de sala: visibilidad, formación y crecimiento profesional. La gastronomía es una de las industrias más demandantes y, en un contexto global de crisis de personal, debemos construir lugares donde la gente ame su trabajo y quiera contribuir a su desarrollo. Tenemos que cambiar la antigua percepción de “servilismo” por la de servicio: nuestro personal es el contacto directo con el comensal y la cara de nuestros emprendimientos. La hospitalidad debe empezar hacia adentro: fortalecer las relaciones con nuestros equipos, personal y proveedores”.
Esta joven sommelier cochabambina está segura que lo más importante es comunicar sobre nuestra cultura, nuestros productos y la gente que está detrás de ellos. “Arami, que se inspira en la influencia amazónica de Bolivia, depende mucho de productos del trópico y de los valles cochabambinos con los que trabajamos de manera constante. En el restaurante me encanta poder incluir vinos cochabambinos y tantos otros increíbles productos. Parte de nuestra experiencia es justamente contar quiénes son los productores y qué hace único a cada producto. No hay nada que disfrute más que compartir esas historias con el mundo. En mis viajes por España, Perú, Argentina y Colombia entre otros, tuve la oportunidad de presentar vinos bolivianos, con nuestros aromas y sabores únicos. Hablar de nuestras regiones de producción, de la diversidad de suelos, climas y estilos fue maravilloso y la respuesta de todos es una admiración y sorpresa hermosa, se enamoran de las historias y sorprenden de su nivel. Lo que producimos en Bolivia es único, y para mí es un privilegio contarlo cada día a los visitantes que llegan a Arami desde distintas partes del mundo”.
Andrea afirma que todos somos embajadores de nuestra cultura, de nuestra diversidad y de nuestras historias. “Trabajar por Bolivia, generar espacios de crecimiento, de formación y de visibilización es lo que realmente impulsa el desarrollo. Como cochabambinos, nuestro papel más importante es unirnos y potenciarnos juntos. Me encanta ver cómo se trabaja cada vez más, para mostrar la riquieza de nuestro país: nuestras diferencias nos nutren y nos hacen más atractivos como destino. Tenemos la responsabilidad de mostrar esto al mundo. Y bueno, cochabambinos sabemos que hay hasta el último rincón del mundo y lo que todos compartimos es que aunque estemos lejos llevamos nuestra Llajta en el corazón”.
Finalmente deja un importante mensaje a las nuevas generaciones: “Creo que lo más importante es saber mirar hacia adentro, aprender de lo que nos hace únicos y sacarle el mejor provecho y, por sobre todo, que no tengan miedo a trabajar juntos aprendiendo unos de los otros; mientras más sean los que crecen, más fuertes somos todos. Lo que he aprendido en estos años es que la gastronomía -como muchos otros rubros-se construye en comunidad y colaboración, nos volvemos destino cuando hay un circuito para visitar. ¡Me encanta ver que ya esto está empezando a pasar en Cocha!”.